El 16 de junio de 1960, Alfred Hitchcock estrenó
otra de sus obras maestras. Un año antes, su ayudante le había hecho
llegar Psycho, una novela inspirada en un asesino en serie. La algo
vieja pero nunca cansada maquinaria de su cerebro, enseguida se puso en
marcha. Rodada en 36 días, Psicosis marcaría un antes y un después en el género.
"Lo único que me decidió a hacer la película fue lo repentino del
asesinato en la ducha, es algo completamente inesperado." Confesaría
tiempo después a François Truffaut. El mago del suspense atisbaba un
nuevo hito desde el punto de vista artístico,pero también empezaba a
asumir su propia mortalidad. La imprevisible irrupción de la fatalidad
en la existencia humana.
Con un presupuesto de 800 mil dólares financiados por el propio
Hitchcock, la independencia frente al estudio le permitió experimentar y
mostrar imágenes de sexo y violencia más explicitas, a medio camino
entre el estilo documental y el expresionismo.
Y más de uno se echó
las manos a la cabeza al contemplar el primer plano de un retrete,
artefacto hasta ese momento vetado por la censura.
Para reducir costes Alfred Hitchcock decidíó utilizar el equipo de su serie televisiva. Sólo hubo tres excepciones, su montador George Tomassini, el compositor Bernard Herrmann, sin cuya partitura discordante para cuerdas, Psicosis no sería la misma,y el diseñador gráfico Saul Bass, que en más de una ocasión quiso atribuirse la paternidad de la secuencia de la lucha, afirmación más que excesiva.
El casi debutante Joseph Stefano se hizo cargo del
guión. La dramática relación con su propia madre, fue una excelente
fuente de inspiración. La elección de los protagonistas fue un total
acierto. Perkins transmitía
una vulnerabilidad que apelaba a la compasión del espectador. Y nadie podía imaginar que toda una estrella, Janet Leigh, iba a ser asesinada a la mitad del metraje y menos aún de una manera tan brutal.
Consciente de lo novedoso del proyecto, se impuso un total secretismo
alrededor del rodaje. Una vez terminado el film, la campaña de promoción
siguió la misma política. Hitchcock prohibió la entrada a las salas una
vez empezada la proyección. La estrategia fue todo un éxito. Psicosis
recaudó 18 millones de dólares en su primer año de exhibición.
Sin embargo, poco antes de que la novela cayese en sus manos,
Psicosis llevaba años gestándose en la cabeza del maestro. En algunos
planos de "Una milla para llegar" y "Cordero para cenar", dos episodios
de su serie de televisión, ya se intuía la sombra de Norman Bates.
El estilo y la personalidad de Bates ya se vieron de una u otra
forma, en algunos personajes de sus anteriores films. Caracterizados por
mostrar una enfermiza obsesión por controlar al ser amado de entre los
muertos. En la pérdida de la propia identidad y en la plasmación del
complejo de Edipo.
Hitchcock conseguía que sus películas mostraran una atmófera tétrica y
oscura, para ello, recurría a elementos naturales como la tormenta y la
noche. Pero también, simbólicos, como la escalera. Una escalera
ascendente cuando quería personificar el peligro, el misterio, lo
desconocido; descendente, cuando los personajes se aproximaban a la
verdad, a la liberación. Y sobre todo, en la utilización de los espejos
como recurso para mostrar la personalidad extinguida, pero también como
resorte para la introspección. El expresionismo no es el único cine
homenajeado por el director, su admirado Buñuel como en Recuerda,
también está ahí.
Incómoda de ver para el espectador. La agresividad de Psicosis queda
reforzada por los cortes del montaje, pero también por la geométrica
planificación, compuesta por líneas verticales y horizontales. Desde el
arranque, los créditos de Saul Bass presagian la tajante aridez de lo
que se nos va a ofrecer.
Fascinante ejercicio sobre la mirada,
Hitchcock somete al espectador a una dura prueba. Por un lado, obliga al
espectador a participar activamente en la historia, demostrándole que
su mirada al igual que las de sus personajes, es parcial e imperfecta.
Por otro, le convierten en cómplice del perturbado protagonista.
No importa cuántas veces se haya visto la película, cincuenta años
después de su estreno, la fórmula de uno de los más grandiosos
espectáculos cinematográficos jamás visto, sigue dando resultado.
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